14 de septiembre de 2010

Cavilando, cavilando...

14 de septiembre de 2010


Apreciado lector,


Yo sé que le dije que iba a publicar cosas sobre el amor y la amistad aprovechando la fecha, pero hoy tuve una conversación bastante productiva con un muy buen amigo que me dejó pensando sobre ciertas cosas que quiero compartir con usted. Igualmente voy a publicar lo que le dije, yo le cumplo.


Anoche empecé a leerme un libro que quería leer desde hace mucho tiempo, pero que “no había tenido tiempo”. Llevo cuatro hojas y me encanta; aunque dice ciertas cosas que hiere susceptibilidades, el fondo es realmente lo que me cautiva.


El libro habla de los tres estados del espíritu: camello, león y niño. El camello es el estado en el que absorbemos todo, nos llenamos la cabeza de cosas y empezamos a cargar con ciertos lastres básicamente impuestos por el entorno, que lo único que hacer es aperezar el paso. El león es el estado en el que nos revelamos contra todo eso que nos impusieron en el pasado y dejamos la puerta abierta para que venga el niño a crear.


Hoy almorcé con Juan, que es un hombre extremadamente curioso por sí mismo y se ha tomado el trabajo de empezar a conocerse. Le conté que estaba leyendo ese libro y empezó una de las tantas conversaciones que hemos tenido y que de verdad, me dan ganas de grabar.


En este momento estoy tratando de recoger la mayor cantidad de cosas de las que hablamos, pero se me hace imposible de recordar todo. Creo que hablamos de tres grandes temas: el que les acabo de mencionar, la conexión con la tierra y la capacidad de sentirnos vivos y el poder caer en cuenta de las cosas simples.


El primer tema habla por sí solo. Como me decía Juan, en su continua observancia de lo que hay a su alrededor, y esto incluye máquinas hasta los seres humanos (es ingeniero de sistemas), él ha caído en cuenta que ese “deber ser” que te imponen desde que naces, te lleva a ser como un computador, donde te instalan ciertos programas que responden a ciertos comandos. El objetivo ulterior sería entonces nosotros como seres humanos, poder desautomatizarnos y poder responder a ciertas situaciones de manera diferente, porque es que no hay una única respuesta para todo. Yo siempre he pensado que la tintura de la vida es embarrarla, cometer errores para sencillamente aprender. Le tenemos miedo al miedo, pero dos características del miedo es que te ciega y tiende a magnificar la situación. Y son estas experiencias las que te llevan a aprender, a comprender lo que alguna vez tu cabeza pensó. Yo estudié la carrera que me gustaba, aprendí muchas cosas, pero como dice algún man por ahí “La educación es algo admirable, sin embargo, es bueno recordar, que nada que valga la pena se puede enseñar”. Yo no puedo enseñarle a usted a ser novia, madre, hija, hermana, amante o jefe. Si me hago entender? Todo lo que a uno le meten en la cabeza cuando está estudiando una carrera, son sólo conocimientos técnicos que en su gran mayoría no se pueden aplicar a la vida del SER HUMANO. Y traigo aquí a colación una frase que me dijo Juan que me dejó pensando mucho: “Y, al fin de cuentas, ¿qué es la vida? La vida es todo aquello que ocurre mientras yo estoy ocupado”. Pfff, tenaz no?


La conexión con la tierra y la capacidad de sentirnos vivos: no sé por cuál fue el hilo conductor para llegar a esto, tal vez usted se meta en este cuento y deduzca por si solito. Yo le contaba a Juan dos cosas. La primera es que alguna vez me vi una parte de “Ray” (la película sobre aquel cantante y pianista ciego) donde el hombre almorzaba con una mujer (que después sería su esposa), ella hizo algo que lógicamente él no podía ver y ella le preguntó que como sabía eso, él le dijo: “lo supe de la misma manera que sé de ese colibrí afuera”. La segunda cosa fue una experiencia mía en Amazonas. Íbamos en una caminata por la selva (primaria obvio) y de repente el cielo se puso oscuro y empezaron a caer cosas de los árboles y a sonar cosas extrañas; luego nos dimos cuenta que habíamos entrado a la selva sin “su permiso” y simplemente se estaba manifestando. El guía, un indígena de la zona, mientras caminaba mambeaba y hablaba con ella. Inmediatamente despúes, el cielo se despejo y dejaron de sonar vainas raras. Lógicamente yo no me di cuenta de ese suceso, fue después que nos dijeron qué era lo que había pasado. Y lo que me pongo a pensar es que a veces estamos tan imbuidos en el concreto, la contaminación, los ladrillos, los computadores, que dejamos de lado esa conexión con la tierra tan necesaria. Y no es sólo la conexión con la tierra, el aire, los sonidos…es la conexión con lo profundo de nosotros mismos. En esta parte Juan me contó algo de su hermana. Ella estudia comunicación social y alguna vez estaba peleando con un texto, lo que le dijo Juan es que no se predispusiera y que no antepusiera lo que ella pensaba a lo que estaba leyendo, porque así, no iba ni a aprender, ni a entender nada. Lo que hicieron fue que ella le leyó en voz alta y él me contó lo que escuchó: era un hombre que había perdido la vista y aún así hace las mejores fotografías. Decía que el tipo al perder la vista, había dejado de encerrarse en lo que sus ojos captaban y entró en su mundo, donde aprendió a conectarse tanto con su entorno y a escuchar a lo que estaba a su alrededor, donde no necesitaba de la vista para captar momentos “de foto”. Y es que a veces se nos olvida sentir o peor aún, nos da miedo. Nos da miedo amar, confiar, extrañar. Le tenemos miedo a quedarnos sin piso, pero acuérdese que el miedo hace de esas situaciones aún más grandes de lo que son.


Poder caer en cuenta de las cosas simples: la semana pasada sentí mucho miedo porque creí haberme quedado sin empleo. Mi primera reacción fue decir que me devolvía para Palmira, y obviamente el baboso me regañó. Yo empecé a pensar en qué iba a pasar, me armé un video de talante caliwood y si no era porque estaba en la oficina, me ponía a berrear de inmediato. El baboso me dijo que se había decepcionado de mi respuesta, puesto que no pertenecía a la “mujer berraca y echada pa’lante que a él tanto le gustaba”. Lo único que tuve para decirle, y que creo se justificaba en mi sensatez fue decirle: “decepciónate cuando llegada la hora, efectivamente no haga lo que deba hacer”. Hablando de esto con Juan (ya les dije, el centro de la conversación era él y su incansable búsqueda), me contó una historia de la que usted mismo puede sacar conclusiones: La vecina y el martillo: un tipo necesitaba un martillo y se lo iba a pedir prestado a la vecina, pero empezó a pensar: “ah, esta señora no me lo va a prestar, uhm, pero por qué no habría de prestármelo, ah pues porque es toda odiosa y mínimo y dice que no tiene, ah de pronto si me lo presta”…y así estuvo una hora, cuando por fin se decidió a ir donde la vecina, ella le abrió y le dijo: “buenas, qué necesita?” y él le dijo: “sabe qué vieja hp, métase ese martillo por el c***o”, y se fue. Otra vez, lo que estamos pensando es que hay tantas veces que uno piensa y piensa sobre ciertas cosas que llegado el momento de actuar, uno está tan agotado sobre pensar sobre ello, que no hace nada.


Otros temas de los que hablamos, pero que no están enmarcados en ninguno de los gruesos de los anteriores, pero los toca igual y que no me extiendo porque quedaría una entrada kilométrica, pero de pronto después profundizo: Las ganancias derivadas del riesgo (lo que es tirarse al vacío y descubrir lo mágico de lo incierto -para esto es recomendable también leer: “De la esterilidad de la certeza a la fecundidad de la incertidumbre” de Manfred Max-Neef-). Todos somos locos normales, los locos de manicomio son aquellos que tal vez han visto más allá y que no saben qué hacer con toda esa información, aquellos que no pueden adaptar lo que han descubierto a lo que la humanidad ha creado (es por esto que a nadie le gusta mirar para adentro). Es muy complicado alinear REALMENTE el pensar con el hacer, es difícil quitar esos filtros que se nos hacen en la cabeza cuando “crecemos” y dejamos atrás a ese niño que es congruente entre lo que piensa, hace y dice. Reevaluación de nuestras relaciones: De verdad estamos tratando con el ser de cada quien o los medimos solo por su utilidad y cuando ya dejan de servirnos, desechamos esa relación y se deja de un lado ese humano que está adentro. Poder adaptarse a las situaciones y tener esa actitud guerrera frente a la vida, no es solo cuestión de actitud, es también empezar a trabajar con el desapego a lo que no nos sirve.


Ahí le dejo pa que piense un rato. Yo no sé usted, pero yo quedé bien alerta.

7 comentarios:

Dora dijo...

Es muy cierto muchas cosas que dice... y ahora que me pongo a pensar; la mayoria de cosas que hago o digo son porque ya estan preindispuestas en mi sudconciente.. porque la gente a mi alrededor las hace, porque mi familia las hace. pensar y ver la cosas de otra manera en realidad no es facil.. y mas cuando vives en un mundo rodeado de publicidad y propaganda por todos lados.. donde se creean estereotipós de gente donde solo vez un camino a seguir...en fin. muy buena tu reflexion..

*Luisa* dijo...

Es cierto Dora. Al mundo no le conviene que uno piense distinto. Pero creo que el valor agregado que le podemos dar a la vida, es crear algo distinto...y alguna vez pensé y sigo pensándolo que quiero que mis hijos sean rebeldes...pero con causa, que se llenen de sabiduría y sensatez para incluso deshechar lo que yo les llegue a "enseñar" y vivan de la manera que quieran vivir.

Dora dijo...

Bueno, creo que de cierta manera es bueno, pero tamien piensa que lo que nos enseñan es fruto de las experiencias vividas de nuestros padres.. que ellos no quieren que nos suceda lo mismo , que es depronto una "sobreproteccion" para que no suframos... pero pues espero que cuando los tengas tus hijos sean afortunados y no cambies de idea

Diana Lombana dijo...

Yo tambn quedé muy afectada. Alerta no es la palabra O.o

*Luisa* dijo...

Muchas gracias a ambos por sus comentarios.

Dora: es cierto, los padres quieren lo mejor para sus hijos, y lo hacen con las mejores intenciones (pero como el mismo Juan me dice: de buenas intenciones está lleno el cementerio). Pero yo estoy convencida que lo mejor para uno es lo que uno escoja. Es poder darle la libertad a una persona de seguir su camino sin imposiciones; y si se cae, levántese, sacúdase y siga...creo que es la mejor lección que uno como padre puede darle a sus hijos...y va a doler mucho cuando la embarren y les duela, pero toca. Eso es de las cosas que más valoro de mi madre...ella me dejó ser, y aunque a cierta edad malinterpreté esa libertad y me excedí con muchas cosas, creo que ahora aprendí muchas vainas que no hubiera aprendido de otra manera.

Andrés: Espero que la afectación haya sido para bien.

Saludos

Andrès F Reyes dijo...

Ole Luisilla, filosofa desde cuando?. Hay una parte del libro Memorias de Adriano en el que este, habla de la esclavitud y expresa su inconformismo con respecto a obligar a tantas personas a servir durante toda su vida cuando bien podrían hacer cosas mucho más provechosas. Finaliza diciendo que esta convencido de que la esclavitud nunca se acabara, que simplemente mutara a una forma mucho mas monstruosa en la que muchos serán esclavos sin darse cuenta. Sin duda estamos viviendo ese tipo de esclavitud.
Por el lado de lo del Amazonas me gustaría dejarte una frase de Francis Bacon “creemos aquello que preferimos que sea cierto”. Es mucho mejor vivir en un mundo mágico ¿no? Jajaj
Y la frase de Juan me parece una copia de la de John Lennon “la vida es aquello que pasa mientras planeamos el futuro”.
Bueno ya esta muy largo el saludito, cuidate.

*Luisa* dijo...

Reyesín, pues para que vea que ciertas cosas pasan y usted por mal amigo no se da cuenta.

Ciertamente estoy de acuerdo que en éste momento todos nos esclavizamos de una u otra manera, ya sea a cosas (que para todos es lo más normal del mundo) y también seguimos esclavizándonos a personas. Las vainas han "evolucionado" y como tal nos comportamos, pero creo que de alguna manera hay que trabajar en eso.

Con respecto a lo del Amazonas, siguiendo tu línea y citando a Bacon, él mismo dice: "La maravilla de un solo copo de nieve supera la sabiduría de un millón de meteorologistas", también dice: "Nada se sabe bien sino por medio de la experiencia". Así que para ti, que no lo has experimentado, es un mundo mágico; para mí, fué simplemente realidad.

Y con la frese de Juan, pues ahí si peco por lora...es la frase de Juan jeje.

Abrazos