30 de agosto de 2016

La muerte

30 de agosto de 2016

Hace 4 días falleció Santiago. Santi no tenía por qué morir. Es decir, él es el punto atípico de las estadísticas. Tenía 30 años, dos carreras y una especialización encima, un trabajo que le encantaba, una novia que lo amaba, era un hombre inteligente y tenía todo un futuro por delante. Santi murió de infarto fulminante, tan solo 12 horas después de despedirnos por última vez. Santi era mi compañero de puesto.

Yo realmente nunca había tenido una experiencia de muerte tan cercana. La última vez que murió alguien que yo apreciara, fue mi abuela, hace 20 años, pero realmente no tengo recuerdos dolorosos de ese día. Yo estaba pequeña, no entendía y mucho menos dimensionaba lo fuerte de una pérdida de ese tipo. De verdad, es algo que mueve fibras muy adentro.

Son tantas las cosas que a uno se le pasan por la cabeza. Tantas personas a las que uno diariamente les queda debiendo un tinto, simplemente porque ahora no hay tiempo y nos podemos ver la próxima semana, el próximo mes, el siguiente año…tantos encuentros que se aplazan y que pueden quedar inconclusos.

Creo que lo más duro de todo, es ponerse en los zapatos de los que quedan. No imagino cómo siendo madre, seguir viviendo sin mi hijo. No imagino cómo siendo novia o esposa, sobrellevar la muerte de mi pareja. Seguir adelante sin mi hermano, sin mi tío, sin mi mejor amigo…

También debo confesar que quedé un poco traumatizada. Es decir, a cualquiera le puede pasar. Lo único evidente que diferenciaba a Santi, es que fumaba, fumaba mucho, pero no es muy diferente de lo que muchos hacemos. Santi estaba empezando a hacer ejercicio y a comer mejor para cuidar su vida y su cuerpo; de hecho, murió al llegar de trotar. No sé si tenía alguna condición que determinara su salud, pero al parecer era un man como cualquiera.

Pone a rodar mucho la cabeza, a pensar en el ahora más que en el futuro; en las oportunidades que desperdiciamos todos los días para hacerle sentir a los que amamos, que los amamos; en aquellos que queremos ver y que dejamos de lado por las “ocupaciones”; en los momentos, los raticos improvisados; los amigos; la familia; la vida.

Nosotros en la oficina debemos seguir trabajando, debemos sacar sus proyectos adelante, como tanto nos ha pedido Joha, la viuda (vivían juntos hace más de tres años, legalmente, ya era su esposa). Santi tenía, a mi parecer, el componente más importante de todo nuestro proyecto; es lo que realmente va a marcar diferencia y va a cambiar el país. La estructura de ese componente, era complejo, así como Santi. Es toda una estrategia de articulación institucional y desarrollo normativo que tiene su sello por toda parte. De verdad, va a ser muy difícil que alguien pueda llenar ese hueco. Todo estaba hecho a la medida de él y él lo hacía perfecto.

A Santi le debemos un montón. Colombia BIO lleva su nombre por él. Él lo bautizó y de todos los que trabajamos acá, él era el que más creía en esto. De verdad le apasionaba y era muy bacano escuchar todos sus puntos de vista. Tan diferentes a los de todos, pero que nos ponía a pensar más allá de lo evidente y nos hacía ver cosas que no éramos capaces de evidenciar.

Hoy es el primer día desde su muerte que somos capaces de venir a la oficina. Yo, no pude sentarme en mi puesto. Va a ser muy difícil adaptarme a la ausencia de esa persona que me sacaba el mal genio y la risa al mismo tiempo…con las cosquillas, con su incansable pierna que no paraba de moverse, con los consejos para conquistar a su flaca, con sus comités y subcomités y líneas e instituciones…

Santi: me hubiera gustado decirte de frente que te admiro, y que nunca lo voy a dejar de hacer. Eras un teso, algo intenso y te dabas duro, pero todo un crack en lo que hacías. Me encantaba la forma en que hablabas de Joha, los planes para reconquistarla, como te ponías cuando hablaban. Me encantaba también cómo le hablabas a tu vieja, eso mostraba el amor a tu familia. Y aunque nunca te cogí la caña para esa cervecita o la salida a bailar salsa (que me pesa en el corazón), siempre recordaré tu buena energía y ánimo para todo lo que hacías.

Llegaste muy temprano a esa cita. Siempre pediste más puntualidad de nuestra parte, pero esta vez, fue demasiado. Te extrañamos y haremos todo lo posible para hacer tus sueños realidad.