Hace casi dos años fue la última publicación que hice. De hecho,
quedó en veremos la segunda parte de una entrada, que ya ni recuerdo por qué no
publiqué. ¿Qué pasó después? Uhmmm, llegué a Israel, aprendí un montón, conocí
lugares y personas increíbles, me enamoré, me ilusioné y así como llegó, se fue.
Unos meses después, cambié de trabajo (¿se acuerda que vivía
en el infierno?). Mi vida cambió radicalmente después de eso…hasta se me alisó
el pelo, la cara tuvo un semblante mejor, el estómago dejó de molestar tanto
(aunque después volvió a sobar) y fui feliz. ¡Soy feliz!
2012 un buen año. 2013, aún mejor. Muchas experiencias
nuevas; retos gigantescos; personas maravillosas; enormes aprendizajes en todo
sentido, laboral, personal, sentimental. He viajado, he conocido culturas
muuuuy diferentes y uno aprende a abrir la mente y a comprender que el hecho
que uno no entienda muchas cosas, estas no dejan de existir.
Aprendí a ver la pobreza en dimensiones nunca imaginadas. Pero
también aprendí que es una concepción netamente material y no tiene
absolutamente nada que ver con lo importante del ser humano: el ser,
precisamente, el ser.
Han pasado muchas cosas. Dos años es bastante tiempo para
mirar atrás y hacer un buen análisis de los diferentes giros que ha tomado mi
vida; buscados o no, radicales o pausados, interesantes o aburridos, todos han
servido para ir madurando un alma que parecía no tener nada claro.
Sigo sin saber qué quiero que pase en los próximos 10 años (luego
le cuento de la crisis de los 30, que más que crisis es una parada obligada en
cuestiones de retrospectiva y prospectiva, por supuesto), pero ya varias cosas
son más comprensibles. ¿Como qué? Lo más importante tal vez fue aprender que
todo depende de las decisiones y de la actitud con que se tomen esas
decisiones. En mi caso particular, nunca he tenido un plan de vida. Las oportunidades
han ido apareciendo y las he ido aprovechando o no (según me lo dicten las
entrañas – lección número 2: hacerles caso, siempre tienen la razón)…y mire que
ser feliz no es difícil…es simplemente asumir con buena energía las decisiones
que uno toma y si la embarró, es darse cuenta y remediarlo antes que sea muy
tarde y uno pueda llegar a arrepentirse. Otra lección: uno se arrepiente más de
lo que no hizo de lo que hizo. Lo que uno ha hecho, es lo que lo define. No hay
que arrepentirse de lo que uno ha aprendido; todas al final, son buenas
experiencias en términos de conocimiento; pero es ese “what if”, lo que puede llegar a carcomer los sesos.
Ya sé qué quiero hacer, ya sé cómo hacerlo. Todo es cuestión
de timing (4ta lección)
Uno aprende a desprenderse. A dejar ir lo que no quiere
estar en la vida y a soltar lo que lo ata a uno a un pasado, que si bien pudo
haber dado muchas lecciones, de todas formas es pasado. Uno aprende a llorar
sin soberbia, a dejar el orgullo pero mantener la dignidad, a reír con ganas y
a valorar a cada una de las personas que aparecen en la vida.
Uno aprende con más certeza que son los detalles los que
hacen hermosa la vida. Uno aprende que el amor hay que vivirlo con intensidad y
que es precisamente él, la clave de la felicidad. Que es el amor por uno mismo
el más importante, pero el más difícil de cultivar y que la soledad es el
camino para descubrirlo.
¿Por qué no tan triunfal?
A pesar de sentirme en uno de los mejores momentos de mi
vida, aún faltan cosas. Soy una persona ambiciosa y en ocasiones me doy duro
cuando quiero las cosas y no las tengo. Soy feliz pero no conformista. Aunque quién
sabe. ¿Será que en algún momento uno deja de querer más?
Espero poder sacar el tiempo para seguir escribiendo. No sabía
cuánta falta me hacía la catarsis con usted, querido y constante lector.