3 de junio de 2018

Ya decidí mi voto

3 de junio de 2018

Creo que Colombia está viviendo una coyuntura política nunca antes vista.

Las elecciones presidenciales de este año superaron un récord histórico. Votaron casi 20 millones de personas, el 53% de la población habilitada para votar. Creo que dimos un paso enorme contra el abstencionismo y la gente está entendiendo la importancia de participar y de enarbolar esa ilusión que llamamos democracia. Las conversaciones cada vez son más serias y las posiciones de muchos están bien fundamentadas. Pero eso es sólo un pedazo del país, son nuestros amigos, nuestros colegas, nuestra familia. Hay otra parte que es corrupta, que vende su conciencia por cualquier cosa, que no lee, que no se educa o que simplemente no le importa.

Los 19.636.714 millones de personas que votaron, escogieron a dos candidatos: Iván Duque y Gustavo Petro. Había otros dos candidatos que eran las mejores opciones, pero estamos en un país donde el hambre, la corrupción, el poder y la falta de educación hacen un coctel mortal para la democracia y donde las buenas opciones no son convenientes para la maquinaria. Petro pasó a segunda vuelta con un poco más de la mitad de los votos de Duque.

Petro para nada es de mis afectos, no representa mis ideales políticos en lo absoluto, no es buen gerente, es arrogante y soberbio, tuvo muchísimos desaciertos en su administración…pero eso es manejable y esos son rasgos de la personalidad que, si bien son peligrosos, no son mortales.

Por otro lado, está Duque. Duque es un tipo joven, refrescante, bonito y muy inteligente. Tiene un inglés perfecto y tiene muy buenos conocimientos sobre economía y política. Sacó adelante una Ley que a mi parecer, es de las mejorcitas leyes de apoyo sectorial que se ha tramitado en el Congreso y sería un buen representante del país, pero…a Duque no lo conocía nadie. Como dice mi mamá: “a Duque lo conocían en su casa”.

Duque no es el problema. El problema es que votar por Duque, no es votar por Duque. Si supiéramos que Duque está donde está, no porque Uribe ahí lo puso, sino por sus propios méritos (como Fajardo y su excesivamente bella campaña), la historia sería diferente. Pero no es así. La historia es que Duque está donde está por Uribe y, que no se le puede patrasiar como hizo Santos, porque Duque no tiene el poder y la familia que tiene Santos. Si Duque se le voltea a Uribe, se muere. Sencillo. Y yo realmente estoy harta de Uribe, estoy harta que haga con el país lo que se le da la gana, estoy harta de esa ambición y esa sevicia innecesaria, estoy harta de la violencia, de tener miedo, de que destruyan la naturaleza con la excusa de un concepto arcaico de aprovechamiento de ventajas comparativas y recursos naturales. Estoy harta de que la solución sea la muerte.

No quiero ver a mi país tirar por la borda tantos años de negociaciones para llegar a un Acuerdo de Paz. No quiero ver todas las ramas políticas concentradas en una sola persona. No quiero que ultrajen más la tierra y la violen con sus máquinas infernales. No quiero más campesinos muertos y utilizados como un simple número para alimentar su falsa sensación de seguridad, señores uribistas.

Y sí, voy a votar por Petro por miedo a Uribe. Porque el miedo es un sentimiento más que válido y más en un país que tiene la historia que tiene. Vimos los horrores de la guerra (y vimos, ni siquiera vivimos, porque a la gran mayoría no nos tocó. Le tocó a la gente por allá en el campo, en la selva, en los pueblos donde nada tiene sentido), vimos masacres, crímenes de lesa humanidad, hackers y falsos positivos; vimos los más grandes escándalos de corrupción, clientelismo, narcotráfico, paramilitarismo, represión y minería LÍCITA (¡por Dios!) del país.

Voy a votar por miedo a Uribe, porque quiero pensionarme algún día y disfrutar de mi vejez con mi hijo y mis nietos, porque quiero que al menos en el discurso se tenga en cuenta a los pobres, a nuevos modelos económicos, a la naturaleza, a las opciones.

Esto va a sonar feo, pero sí, Petro fue guerrillero, Petro no sonríe, Petro también mató gente (de verdad qué triste que en la decisión influya cuánta menos gente mató cada uno), pero al menos él mató gente en nombre de un ideal reformista, de un ideal democrático. Sabemos que la guerrilla fue modificando sus ideales y que en la mayoría de los casos, terminaron siendo grupos armados dedicados al narcotráfico, pero nacieron de la lucha por los derechos, la igualdad y la inclusión. Los paras nacieron del deseo de venganza y de revancha. Nada que haya nacido con la maldad en el espíritu, puede ser bueno.

Dejamos escapar la oportunidad que nos gobernaran (buenas) personas cuyas banderas siempre han sido la educación y la paz, que estaban bien rodeados (Claudita, te amo), que han sido reconocidos por su buena gestion y sus valores. Las opciones están entre una persona que nunca ha gobernado y otra que lo ha hecho mal. Nos debatimos ahora entre cuál mató menos gente y por qué.

Teniendo lo anterior en cuenta, pensé bien y cambié mi voto. Y cambié mi voto porque me tocó, porque el candidato que quería que fuera mi presidente no quedó, porque quedaron las dos peores opciones y hay que votar por la menos mala y porque el voto en blanco o la abstención, no sirven para nada; porque a pesar de ser votos con convicción, no elegirán al próximo presidente de este país, y me siento responsable de votar para elegir. Cambié mi voto porque no hay de otra y porque mi orgullito Fajardista herido, no le hace bien a mi país. Porque prefiero probar una opción de gobierno diferente a perpetuar una guerra sin fin. Cambié mi voto porque estoy absolutamente segura que con Duque sí no habría otro Presidente en cuatro años. Cambié mi voto porque Duque no ha gobernado y porque viendo el vaso medio lleno, Petro debió haber aprendido de sus errores en su administración y quizás lo haga mejor esta vez.

En conclusión, pa’lante habitantes de este lindo platanal. Lo invito a que vote, a que participe, a que denuncie lo que está mal, a que se pare en su orgullo y su inteligencia y elija a conciencia el futuro del lugar donde morirá y donde sus hijos, nietos, gatos y perros vivirán. Intentemos algo diferente, votemos por quien nos deje el espíritu tranquilo.

27 de agosto de 2017

Mi cumpleaños #33

27 de agosto de 2017
Hace un año, una de las mujeres más tesas que he conocido y con la que tuve el privilegio de trabajar muy cerca, me dijo refiriéndose a mi cumpleaños: “si comenzó diferente, será bueno”. Y sí que tenía razón.

Este año asumí grandes cambios, tomé decisiones importantes, conocí personas espectaculares y esto naturalmente, trae grandes enseñanzas. Déjeme contarle algunas historias.

En diciembre de 2016, terminó mi contrato. En una publicación anterior le conté que tenía un trabajo maravilloso, que estaba feliz y que sentía que estaba haciendo cosas importantes por el país. Los ciclos terminan y con este trabajo, terminó también mi rato en Bogotá. Al terminar el contrato que le menciono, empecé a buscar en qué ocuparme; reactivé contactos, tuve entrevistas, pero nada, como por obra del universo (y estoy segura que así fue), salió. Los presupuestos se recortaron, no aprobaron cargos o lo que me ofrecían era suicidio (trabajar todos los días, incluso sábados, domingos y festivos, de 7 am a mínimo 10 pm). De la nada, una persona que había conocido en un trabajo anterior, me llamó. Me dijo que en la Secretaría de Desarrollo Económico de Cali estaban buscando una persona y les interesaba mi perfil y que si podíamos organizar una tele-entrevista. ¡Por supuesto Cata! Fue mi respuesta. La organizamos, la tuvimos y ese mismo día me dijeron que querían que trabajara con ellos. La siguiente semana yo iba a ir a Cali por otros asuntos y les dije que me interesaba tener una entrevista personalmente y de ser posible con el Secretario. La tuvimos, fue un lunes. Me pidieron tomar una decisión lo más pronto posible porque tenían que organizar equipo y empezar a trabajar inmediatamente. Lo pensé mucho, pero el miércoles siguiente, dije que sí. Pedí dos semanas para poder organizar el regreso, y dejar Bogotá.

Tomar la decisión fue fácil. Estaba pasando por un momento personal complicado. Tenía el corazón roto, no tenía trabajo, los ahorros estaban agotándose, los vecinos me mandaron a Comité de Convivencia del conjunto porque Juan Martín jugaba con un carrito y les molestaba, ah y me iban a llamar a la Policía de Infancia y Adolescencia porque él lloraba mucho y eso seguro era que lo estaba maltratando. Quería alejarme de dinámicas dañinas que me estaban quitando toda la energía y me estaban enfermando. Además, siempre creí que Bogotá no era el lugar para criar un hijo. Es decir, siendo niña conocí otras cosas. Sabía lo que era mojarme con una manguera en una tarde calurosa, sabía lo que era una mañana de piscina (sin necesidad de climatización o encierro), o un río. Sabía lo que es conocer a tus vecinos y hacerlos tus amigos. No quería más trancones, no quería más frío.

La historia en resumidas cuentas es que regresé a mi tierrita después de casi ocho años. La enseñanza es que uno no debe acostumbrarse a lo que no lo hace feliz. A veces entramos en zonas de comodidad que nos alejan de los grandes retos y de la inmensa autoconfianza que llega con asumir las decisiones y con hacerlo de la manera correcta…de la felicidad y la tranquilidad que da avanzar.

También aprendí que hay que confiar en la vida, en el universo, en Dios. Si uno de verdad quiere las cosas, sólo basta con pedirlas y esperar a que llegue el momento correcto. Si no llega, es porque no es conveniente, y hay que aceptarlo. Es difícil soltar el control, es difícil fluir, pero si no se aprende a hacerlo, la vida se convertirá en una lucha constante…y luchar agota. No vale la pena vivir cansado.

Las siguientes enseñanzas vienen de una situación particular, que uno no cree que puede aportar tanto: el trasteo. Un trasteo es una oportunidad envidiable de poner en orden las cosas, la vida. Uno TIENE que organizar y deshacerse de lo innecesario.

Mi último trasteo que como le comenté fue bien profundo, y digo profundo porque fue grande y fue lejos (desde Bogotá hasta Palmira), me enseñó varias cositas útiles.

Me desprendí de cinco bolsas gigantes de basura, dos bolsas grandes de ropa usada para donar, una bolsa de juguetes que Juan Martín no usaba, también para donar, e infinidad de papelitos y cositas que ni siquiera sabía que tenía. Sin más vueltas, aprendí lo siguiente:

  • #EnseñanzaDeLosTrasteos no compre más sombrillas, en serio. Las tiene todas en su casa. Búsquelas bien, es todo.
  • #EnseñanzaDeLosTrasteos uno evidencia algunos…problemillas que ya sabe que tenía, pero que no creía que era tan grave. Trabaje en ellos.
  • #EnseñanzaDeLosTrasteos de veras, no es necesario acumular tanta basura. Uno puede cada año ir deshaciéndose de las cosas innecesarias que se llena todos los días.
  • #EnseñanzaDeLosTrasteos en algunos casos hay que hacer doble filtro. Uno sigue apegándose a muchas cosas que al final, sabe no va a usar. ¡Bótelas!
  • #EnseñanzaDeLosTrasteos hay muchos recuerdos que sí son valiosos y que uno por descuido guarda. Saque esas fotos, enmárquelas, véalas todos los días. Acuérdese de los momentos lindos que ha tenido en su vida. Llénese de motivos
  • #EnseñanzaDeLosTrasteos acostúmbrese a compartir sus bendiciones. Hay mucha ropa que usted ya no usa y que por apego, pereza o negligencia, guarda. También hay muchas personas que no tienen con qué comprar un pantalón o unos zapatos. Es evidente el punto, además le ayuda para que cuando se vaya a mudar, no se desgaste tanto.

La siguiente historia tiene que ver con esas bendiciones que vienen con salir de la comodidad.

Al regresar a la tierrita, pues obviamente aterricé en mi casa…bueno, la casa de mi familia. Mis cosas están en la casa de mi mamá y estamos viviendo donde mi tía. No es cómodo; no es mi espacio, no es mi cama, no son mis cuadros, no es el lugar que me tomó tanto tiempo construir y que de un momento para otro…desapareció. Desapegarse es difícil, cero traumático, pero complicado. Sin embargo, y dado que el bolsillo estaba bastante golpeado, la decisión fue quedarnos en Palmira mientras me recuperaba (por supuesto, trabajando en Cali, quería vivir allá, ya suficiente había tenido con atravesar ciudades para llegar a casa). Esto me puso a buscar jardín o colegio para Juan Martín. 

Un Jardín Infantil en Palmira, es imposible! Visité varios, ninguno me gustó. Un día una compañera de la oficina me preguntó cómo iba con eso y le conté que no había podido encontrar algo que me gustara, pero que estaba pensando en visitar colegios a ver qué me ofrecían; me sugirió hablar con otro compañero, ya que él tenía conexiones con el Montessori (es sino el mejor, por ahí el segundo). Hablé con él y me ayudó a organizar una reunión con la Directora del colegio. Lo visité, me gustó y decidí que Juan Martín estudiaría ahí.

No muchos días después, mi compañero me dijo: “ve, le conseguí media beca a tu hijo”. Para mi sorpresa, con esa media beca, no tuve que pagar un solo peso por los tres meses que el gordo estudiaría mientras se acababa el año escolar.

Pero las bendiciones no pararon ahí. Se terminó el año y mi compañero, llamémosle de ahora en adelante Jay (:P) para no sonar tan impersonales, me dijo: “¿vos vaja seguir en Palmira?, ¿vaja seguir en el colegio?” (sí, así, bien caleñazo él)...la respuesta era casi evidente pero realmente, sentí pena. No me ha gustado nunca pedir favores, “rogar” por cosas, pero Jay es una persona supremamente accesible que genera mucha confianza y no fue tan difícil decir que lo más probable era que sí, al menos por ahora. Este hombre de corazón silencioso y generoso, me dijo: “ve, le conseguí beca completa a tu hijo”. Para el próximo año lectivo tuve que pagar $15.000 del seguro…fue todo.

Es de lejos el mejor regalo que me han dado (Juan Martín ahora no alcanza a dimensionar lo que esto significa). Yo soy una persona muy…inquieta por el aprendizaje. Me gusta leer (por cierto, me metí a un club de lectura, luego le cuento de eso), me gusta aprender cosas nuevas todos los días, me gusta ver más allá de lo evidente, y pues la educación es lo único que lo permite; me dio en la vena del gusto. Hay en el mundo muchas personas que dan sin esperar nada a cambio y hacen el bien sin dimensionar el impacto que pueden tener en la vida de los otros. Eso pasa con Jay y su familia. Agradecimientos eternos a este hombre y a su madre.

Las otras historias, que las voy a hacer más bien cortas porque ya como que me estoy extendiendo mucho, tienen que ver también con el desprendimiento, esta vez de personas. No sólo liberarse de fueros internos, de pensamientos o de actitudes, le sirve a uno para caminar tranquilo. Las personas de las que uno se rodea y sus energías, son determinantes para el crecimiento personal.

Es increíble que una sola persona pueda ejercer tanta influencia en tu ser, que haga que vivás triste, desconectado, aburrido y decepcionado. Muchos dirán que todo depende de uno, que la felicidad depende exclusivamente de la persona, no de factores externos (alguna vez hasta ecuaciones me hicieron para que “lo entendiera”), pero yo si creo que lo que está afuera influye en gran medida en lo que está adentro. Todo el tiempo estamos intercambiando vibras con el universo; todo empieza con el procesamiento de las ideas que recibimos a través de los sentidos: el pensamiento. Así como uno piensa, siente; es sencillo, son procesos químicos que se generan desde el cerebro y se irrigan en el cuerpo. Así como sientes, vibras y así como vibras, atraes. Todo es un ciclo, y negarlo, es dejar de fluir. Otra cosa es que hay que fortalecer mucho el pensamiento para que las ideas negativas que recibimos del exterior, no influyan en nuestro ser, pero no creo ser la única que eso se le dificulta. Si no fuera así, la industria de la moda, de la cosmética, los medios de comunicación, los estereotipos o la religión, no fueran tan redituables; pero esto es harina de otro costal de la que podemos hablar después.

Las historias, resumiendo, es que por primera vez en mi vida corté relaciones que no aportaban a mi vida. Dos amigos y un amor. No sé si me estoy volviendo más estricta, cansona o más práctica, pero no quiero estar cerca de personas que me traen más molestias e incomodidades, que recuerdos bonitos y agradables. Es difícil renunciar a las ilusiones, al “what if”, a la idea de un futuro diferente, pero eso hace parte del mismo ir y venir de la vida, de entender que “todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere debajo del cielo, tiene su hora”. Renunciar a mis amigos, fue más fácil. Es como si la vida solita fuera mostrando de a poquitos, quiénes son para siempre y quiénes no. Este año se ha caracterizado por eso. Dos personas con las que sostuve “amistades” de más de 10 años, demostraron que la confianza y la lealtad, toma incluso más que décadas.

Por otro lado, la vida me compensó. Mi mejor amiga ahora está conmigo, trabajando codo a codo en Cali, también en la Secretaría. NADA iguala sentir ese respaldo todos los días. Larga vida y prosperidad para vos, ¡AMIGA!

Ya para cerrar, pues no es ni una historia, es más bien como una situación que estoy viviendo. En Bogotá aprendí muchas cosas, fue una escuela tremenda que me hizo ser una muy buena profesional. Quise ahora aplicar todo eso en mi tierra, mi región, mi ciudad. Soy un muy buen elemento; hemos conseguido cosas grandes, hemos apalancado muchos recursos sólo con gestión, hemos demostrado que valemos todos los pesos que nos pagan (y digo hemos, porque ahora soy “jefe”, luego también le cuento lo que esto ha significado en mi vida, ¡qué reto!). La situación es, como puede ver, tengo el ego por las nubes, la autoconfianza en el máximo nivel y la ambición apoderándose hasta de los tuétanos. Esto, intentando ser sensata, no está del todo mal. Pero tengo mucho miedo de llegar a ser arrogante, altiva y terca. “Lo que sube como palma, baja como coco”, dicen por ahí. Temo que mi totazo sea fuerte.

Faltan muchas cosas que contar, apreciadísimo lector, pero no le voy a volver a prometer que escribiré más seguido, porque no sé si pueda cumplirle. Ya ve, la última fue hace un año, la penúltima como tres, pero ¡mil gracias por leerme a pesar de la itinerancia!


Nos volveremos a encontrar un una próxima situación que amerite gastarle su tiempo.
Buen día y buena vibra, queridísimo lector!

30 de agosto de 2016

La muerte

30 de agosto de 2016

Hace 4 días falleció Santiago. Santi no tenía por qué morir. Es decir, él es el punto atípico de las estadísticas. Tenía 30 años, dos carreras y una especialización encima, un trabajo que le encantaba, una novia que lo amaba, era un hombre inteligente y tenía todo un futuro por delante. Santi murió de infarto fulminante, tan solo 12 horas después de despedirnos por última vez. Santi era mi compañero de puesto.

Yo realmente nunca había tenido una experiencia de muerte tan cercana. La última vez que murió alguien que yo apreciara, fue mi abuela, hace 20 años, pero realmente no tengo recuerdos dolorosos de ese día. Yo estaba pequeña, no entendía y mucho menos dimensionaba lo fuerte de una pérdida de ese tipo. De verdad, es algo que mueve fibras muy adentro.

Son tantas las cosas que a uno se le pasan por la cabeza. Tantas personas a las que uno diariamente les queda debiendo un tinto, simplemente porque ahora no hay tiempo y nos podemos ver la próxima semana, el próximo mes, el siguiente año…tantos encuentros que se aplazan y que pueden quedar inconclusos.

Creo que lo más duro de todo, es ponerse en los zapatos de los que quedan. No imagino cómo siendo madre, seguir viviendo sin mi hijo. No imagino cómo siendo novia o esposa, sobrellevar la muerte de mi pareja. Seguir adelante sin mi hermano, sin mi tío, sin mi mejor amigo…

También debo confesar que quedé un poco traumatizada. Es decir, a cualquiera le puede pasar. Lo único evidente que diferenciaba a Santi, es que fumaba, fumaba mucho, pero no es muy diferente de lo que muchos hacemos. Santi estaba empezando a hacer ejercicio y a comer mejor para cuidar su vida y su cuerpo; de hecho, murió al llegar de trotar. No sé si tenía alguna condición que determinara su salud, pero al parecer era un man como cualquiera.

Pone a rodar mucho la cabeza, a pensar en el ahora más que en el futuro; en las oportunidades que desperdiciamos todos los días para hacerle sentir a los que amamos, que los amamos; en aquellos que queremos ver y que dejamos de lado por las “ocupaciones”; en los momentos, los raticos improvisados; los amigos; la familia; la vida.

Nosotros en la oficina debemos seguir trabajando, debemos sacar sus proyectos adelante, como tanto nos ha pedido Joha, la viuda (vivían juntos hace más de tres años, legalmente, ya era su esposa). Santi tenía, a mi parecer, el componente más importante de todo nuestro proyecto; es lo que realmente va a marcar diferencia y va a cambiar el país. La estructura de ese componente, era complejo, así como Santi. Es toda una estrategia de articulación institucional y desarrollo normativo que tiene su sello por toda parte. De verdad, va a ser muy difícil que alguien pueda llenar ese hueco. Todo estaba hecho a la medida de él y él lo hacía perfecto.

A Santi le debemos un montón. Colombia BIO lleva su nombre por él. Él lo bautizó y de todos los que trabajamos acá, él era el que más creía en esto. De verdad le apasionaba y era muy bacano escuchar todos sus puntos de vista. Tan diferentes a los de todos, pero que nos ponía a pensar más allá de lo evidente y nos hacía ver cosas que no éramos capaces de evidenciar.

Hoy es el primer día desde su muerte que somos capaces de venir a la oficina. Yo, no pude sentarme en mi puesto. Va a ser muy difícil adaptarme a la ausencia de esa persona que me sacaba el mal genio y la risa al mismo tiempo…con las cosquillas, con su incansable pierna que no paraba de moverse, con los consejos para conquistar a su flaca, con sus comités y subcomités y líneas e instituciones…

Santi: me hubiera gustado decirte de frente que te admiro, y que nunca lo voy a dejar de hacer. Eras un teso, algo intenso y te dabas duro, pero todo un crack en lo que hacías. Me encantaba la forma en que hablabas de Joha, los planes para reconquistarla, como te ponías cuando hablaban. Me encantaba también cómo le hablabas a tu vieja, eso mostraba el amor a tu familia. Y aunque nunca te cogí la caña para esa cervecita o la salida a bailar salsa (que me pesa en el corazón), siempre recordaré tu buena energía y ánimo para todo lo que hacías.

Llegaste muy temprano a esa cita. Siempre pediste más puntualidad de nuestra parte, pero esta vez, fue demasiado. Te extrañamos y haremos todo lo posible para hacer tus sueños realidad.

26 de julio de 2016

Mis promesas…para MÍ

26 de julio de 2016


Una de las personas más sensatas que he conocido, me regaló una cosa absolutamente divina.

Ella es una emprendedora berraquísima (valga la redundancia) que se formó a pulso y levantó diferentes negocios, en su mayoría de textiles y moda, y que por diferentes razones llegó a hacer parte del equipo de mentalidad y cultura del programa en el que trabajo. Estuvo cerca de 4 meses con nosotros y con mucha valentía y sabiduría dijo: “este lugar no es para mí, yo soy empresaria, soy emprendedora y a eso regreso”. 

Al irse, le dejó al equipo unos regalos de otro negocio que tiene. El negocio se llama “Made of Stars” y son aseguranzas. Son piedras que se usan como símbolo de protección y cada una trae un propósito: fuerza, salud, desapego, seguridad, poder, intuición. Lo que hicimos en el equipo fue poner las cajitas boca abajo y cada uno cogió una al azar. La indicación fue que cada quien iba a obtener la que más se le acomodara a su condición actual. Y en mi caso, ¡fue contundente! 

Creo que lo más poderoso en este regalo es la fe y la esperanza. Una piedra puede no ser nada, te las encuentras en el piso todo el tiempo, en los aretes, en los anillos que compras en el mercado de las pulgas; pero cuando tienes en tus manos algo, así sea una piedra, que te ayuda a creer que es posible y lo amarras a ti como una promesa, te vuelves casi invencible. 

La idea de la aseguranza es atarla a tu cuello, muñeca o tobillo, hacer cinco nudos y ella se caerá cuando se cumpla su propósito. En ese sentido, pues hay que tener un propósito. No le voy a contar el mío…dicen que nunca se deben contar los sueños porque si lo haces, no se cumplen. Lo que sí le voy a contar es las promesas que me hice para que ese sueño se cumpla.

Es decir, no creo que las cosas pasen porque sí, por el simple hecho de pegarte algo al cuello y creer que eso, por sí sólo, te va a cumplir lo que anhelas. Creo que hay que trabajar por ello, todos los días, con confianza y seguridad en que vas a alcanzar lo que tu corazón quiere. 

Así las cosas, por cada nudo que hice, me prometí lo siguiente:


  1. TODO lo que hagás, lo vas a hacer SIEMPRE bien
  2. Nadie más puede hacerte feliz sino vos misma. VOS estás A CARGO. Tomá las decisiones correctas.
  3. Evitá estar con gente que te disgusta
  4. Date tu tiempo, hacé lo que te gusta. Bailá, viajá, coloreá, escribí, tomate tu vino (blanco y frio), escuchá tu música, dormí, LEÉ!. Volvé a ser vos, la que te gusta, la mejor versión de vos misma. No te descuidés
  5. Y el propósito supremo: AMÁ! SIEMPRE AMÁ! Amá lo que hacés, amá a los que tenés a tu alrededor, ama tu trabajo, amá tu vida, tu presente y tu futuro.

Le confieso querido lector que a veces suelo no ser tan consistente como quisiera, pero le aseguro que tengo la firme convicción de cumplir con cada una de estas promesas. Sé que me ayudarán a cumplir ese propósito.

Esta es la cajita en la que vienen las aseguranzas. No es la que me salió a mí, ésta aún está esperando a algún afortunado de mi equipo. ¿No les parece el regalo perfecto?