26 de noviembre de 2010

¿Quién se cree?

26 de noviembre de 2010

He tenido ganas de escribir algo, algo sobre el mundo, sobre lo que pienso de la demás gente, ya no más sobre mí y mis estupideces. Veo actitudes, escucho voces incongruentes, veo a la gente dando tumbos. Critican, hablan, odian, aman, se creen tan importantes como para que a la otra gente le importe lo que piensan. Me da asco ver que su rebeldía es una rebeldía sin causa…o bueno, tienen causas, pero son ajenas. Les parece que está bien usar las palabras de otros para justificar su inconformismo. Todos son iguales, tratan de alejarse de sus miserables vidas amparados en defender sus derechos de libre expresión vociferando palabras soeces y diciendo: “jódanse, me importa un culo lo que digan de mi, critiquen lo que quieran que tienen su vida retorcida”. Ellos mismos están cayendo en lo que tanto critican; están hablando de los otros, de lo que piensan, de lo que creen; juzgan bajo su ojo estúpido y pequeño y se hacen los tontos con la incongruencia entre su cabeza y su lengua.

Se creen libres porque no les da pena de hablar de cómo les dan de rico por el culo, o porque se sienten capaces de decir que se fuman un porro o porque no les importa emborracharse, fumar, pelear, insultar, o porque no les tiembla la voz cuando se refieren con ofensas a Dios.

Se creen con la última verdad, creen – como yo- estar claros en todo, discernir entre lo bueno y lo malo, diferenciar entre lo cierto y lo falso. Se creen genuinos o auténticos por ir en “contra” de lo que “todo el mundo” piensa, dice o hace. Critican a los que tenemos un trabajo y estamos inmersos en un sistema, critican a los que creemos en un Dios, a los que escuchamos música comercial y leemos libros comerciales.

Y sí, me molesta la incongruencia, me choca que me exijan cordialidad y respeto cuando no son capaces de darme lo mismo. Me molesta que se crean indispensables y tan importantes como para no mirarme a los ojos cuando hablo. Me molesta en sobre manera que ataquen cuando les hace caer en cuenta de sus errores y que su prepotencia esté por encima de su sensatez.

Pero quién soy yo para hablar de otra gente, acaso me creo tan importante como para que les importe lo que yo pienso? Acaso esa soberbia que dicen que nada en todo mi ser está llegando de verdad a mis ojos y mi cabeza y no me deja ver otras cosas?

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