16 de diciembre de 2010

Mi mágico 2010

16 de diciembre de 2010

Mucha gente hace un ejercicio interesante al final y comienzo de año. Se trazan metas para cumplir, programan viajes y planean actividades. Luego de varios intentos, y como muchas otras cosas en mi vida, eso está declarado imposible. Y no es solamente porque no quiera agendar mi vida, no es solamente porque me parece aburrido tener metas y hacer que la vida de uno gire en torno a algo que se propuso, sino que también es cuestión que sé no puedo, mi mente se siente atada y huye despavorida.

Por ejemplo, para estudiar para los exámenes de la maestría hice un cronograma divino, con los 5 componentes del examen, discriminado en temas y subtemas, con fechas exactas y demás. Estaba programado para dos meses, pero solo vine a estudiar 15 días antes de los exámenes y sin siquiera mirarlo. No sé si es que no soy lo suficientemente seria con mis cosas personales o que realmente esa es la manera como funciona mi vida ahora.

En mi trabajo las cosas son diferentes, tengo lista de to do’s diarios, semanales y a largo plazo. Está discriminado por tareas permanentes y transitorias, el calendario está repleto de cosas por hacer. Aunque la información está dispersa y a veces ni la encuentro, me siento conforme cuando al terminar del día el post-it con los diarios, está todo tachado.

Pero ante todo quiero decir que soy feliz así, no me molesta estar en ese tipo de dicotomía, me encanta que las cosas en mi vida resulten porque sí, aunque sé que indirectamente busco las cosas, no es simplemente algo que me proponga. El año pasado fue un año de cambios, éste año fue un año de sorpresas. Me encantan las sorpresas que no me espero (sí, existe tal cosa como sorpresas esperadas, por ejemplo cuando te dicen: oye, te tengo una sorpresa. Sabes que hay algo, pero sigues sin saber qué es).

2010 comenzó sin muchas expectativas, la verdad un poco desanimada porque me dio muy duro empezar mi primer año sola, pero igual había terminado el proceso de adaptarme a las cosas nuevas. Me di la oportunidad de conocerme y me encanta cómo soy.

Uno cambia, uno no va a ser el mismo por el resto de la vida, y qué mamera que eso fuera así. Antes yo era complicada, peleona, jarta, minuciosa en detalles; se me dificultaba mucho adaptarme a los cambios, era una aberración salir de paseo sin maleta y sin destino claro. Creo que el haber llegado a Bogotá, lejos de todas esas cosas que estuvieron siempre en mi vida haciendo marcación a presión, hasta ahora, ha sido la mejor y más sana decisión que he tomado. Como le dije, me di la oportunidad de ser yo, de realmente rebeldizarme con todas esas instituciones que me jodieron la cabeza y darme lugar a las cosas que me salían del corazón, tanto así que éste ha sido mi mejor año.

De los aspectos importantes, solo falta incrementar lo de la plata y procurar cuidar más mi salud. El resto, está perfecto. Me siento tranquila, recuperé la sensación de estar en el lugar que es, empecé a actuar inteligentemente y a adaptarme a mis decisiones, dejé atrás un pasado que me atormentaba y con eso se abrió un futuro que me encanta.

Me enamoré sin darme cuenta y oportunidades en el trabajo se fueron presentando; estudié muchas cosas y logré conseguir una maestría sin pagar un peso (jeje sí, pasé). Me siento libre y nada se compara con eso, descubrí lo maravilloso que puede ser dejar que la mente se escape del cerebro y se vaya a lugares raros.

Los 15 días que quedan, seguramente serán espectaculares. En 8 días me voy para mi casa, con mi familia, con mis amigos, a celebrar y con la idea de que el año que viene, será mejor que éste.

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